Me he dado cuenta de lo fácil que es hacer felices a los demás

El día antes a San José en clase animaron a los alumnos pequeños a escribir una carta a su padre para felicitarle por el "Día del Padre". Para eso el profesor llevó folios blancos y sobres. Les dijo que escribieran lo que quisieran; anécdotas divertidas que les hayan ocurrido con su padre, cosas que sepan que les gusta, y que les digan que les quieren y por qué. Además quedaron en que les dejaran la carta debajo de la almohada, para que la noche antes a San José la vieran y los papás se fueran a la cama con buen sabor de boca.

Los alumnos, ilusionados, se pusieron manos a la obra y empezaron a escribir. Los botes de típex y las gomas circulaban constantemente por la clase. Algunos no sabían que decir y otros pedían más folios. Al final todos escribieron su carta.

Al día siguiente el profesor les preguntó si se habían acordado de hacerlo. Todos contaron las "peripecias" que tuvieron que hacer para dejar la carta sin que les vieran, otros tuvieron que buscar a su madre como aliada para que no se descubriera "el secreto" hasta la noche. Los comentarios eran muy positivos, los padres estaban muy contentos, se esperaban el típico dibujo o una corbata y la sorpresa les encantó. Uno de los alumnos comentaba:

- Yo de lo que me he dado cuenta es de lo fácil que es hacer feliz a mi padre, me ha despertado dándome besos emocionado.

Y es verdad, para hacer felices a los demás no necesitamos grandes cosas, sino muchos pequeños detalles, estar pendientes de los demás. No basta con querer a la gente, también hay que saber demostrarlo.

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