El bocadillo de Javi

Ha llegado la hora del recreo. Están todos jugando en el patio. Para muchos es la hora del bocadillo o "mediamañana". Hay un corro de niños alrededor de Javi. Están preguntándole cosas y Javi se siente un poco agobiado. El profesor se acerca y pregunta cual es el problema.

- ¿Qué pasa? ¿no véis que estáis agobiando a Javi?

- Ya profe, pero es que tiene un bocadillo muy raro, y queremos ver si se lo come o no.

- ¿Qué tiene de raro el bocadillo?

- Pues verá, le ha echado nocilla, mermelada y jamón york, eso debe estar asqueroso.

Mientras, Javi empieza a comerse el bocadillo con poco entusiasmo y dice:

- A mí me gusta así.

Una vez que se van los compañeros el profesor le pregunta a Javi por qué esa mezcla tan rara.

- Es que siempre me piden y esta mañana he echado cosas para que no les guste y no me pidan. Pero lo que pasa es que a mí tampoco me gusta.

Al finalizar la conversación Javi aprendió que la generosidad tiene un coste, pero ese coste no es nada comparado con la alegría de dar sin esperar nada a cambio. Además explicó el problema en clase y son muchos los que cada día van a ofrecerle un poco de su bocadillo.

Comentarios

  1. ...y es que no hay nada como dejarles que aprendan con su propia experiencia.
    ¡Y cuánto podemos aprender y aportar las personas adultas si sabemos aprovechar esto!
    :-)

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  2. Muchas gracias por el comentario Sonia. A veces se plantea el problema de si hay que ir quitándoles los obstáculos a los niños, o enseñarles a saltarlos. Es como un carretera. Algunos padres se empeñan en despejarles todo el camino, que no tropicen con nada. Otros preferimos ir dos pasos por detrás del niño, avisarles de los obstáculos y sugerirles como afrontarlos. De esta manera son ellos los protagonistas de su vida y aprenden a desenvolverse en ella. Cuando se caen hay que ayudarles a levantarse rápido, de los tropiezos se aprende mucho más que de las victorias.

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