Dos no se pelean si uno no quiere

Hace unos días, en un campamento de verano uno de los niños estaba ayudando a otro a enrollar su saco de dormir. El tema no pasaría de ahí si no fuera porque el día anterior esos dos mismos chicos se habían estado peleando. Uno de los monitores del campamento cogió después al que esta ayudando al otro y le dijo.

- Me alegro mucho de que hayáis hecho las paces. ¿Habéis hablado ya?

- Mmm, bueno, con quien he hablado es con mi madre.

- ¿Le has contado lo de la pelea? ¿y qué te ha dicho?

- Pues, que dos no se pelean si uno no quiere, así que la mitad de la culpa es mía. Y dice que tengo que hacer todo lo posible por arreglar mi mitad. Me ha dicho que me porte muy bien con él durante todo el día y que veré como al final del campamento nos llevamos muy bien.

- ¿Y por ahora cómo va?

- Pues que mi madre se ha equivocado un poco.

- ¿En qué?

- No tengo que esperar al final del campamento, ya me llevo muy bien con él. Lo que pasa es que no le conocía.

Los niños son radicales en sus ideas, o es blanco o es negro, el gris es algo demasiado ambiguo para ellos. O me llevo bien o me llevo mal. Pero esa radicalidad, bien conducida les puede llevar a ser cada vez mejor personas. Hay que saber darle la vuelta a lo negativo, buscar las cosas buenas de cada situación, hacerles amable la virtud, sacar de ellos lo mejor.

Comentarios

  1. Buena historia, ojalá así pasara con los adultos con más frecuencia. Gracias por compartirla.

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