Hoy toca una anécdota distinta. No es de los niños de clase. Me llegó hace tiempo por internet y me hizo gracia porque, salvando las exageraciones, describe muy bien lo que pasa cuando uno intenta aplicar una teoría educativa "revolucionaria" en clase.
"Créase
o no, esta es una sugerencia que un equipo de inspectores de una Consejería de
Educación ofrecieron a los directores/as de centros educativos de una comarca
andaluza:
El
alumnado debe contar entre su material con tres pequeños cubiletes de plástico:
uno rojo, otro amarillo y el otro verde. Durante la clase, cada alumno atenderá
a las explicaciones del profesorado y
situará en su pupitre el cubilete que indique su comprensión de lo explicado.
Rojo: "No entiendo nada". Amarillo: "No lo entiendo todo".
Verde: "Lo entiendo". De esta manera, el docente, de un solo vistazo,
captará si su explicación está llegando a la clase o, por el contrario, debe
esforzarse por hacerse comprender y/o por bajar el nivel de complejidad de lo
explicado.
Pero
miren cómo la realidad supera a la ficción. En los experimentos dentro de una
clase ocurría esto:
-¿Maehtro,
er cubilete amarillo pa qué eh?
-Maehtro,
er Yozua ma quitao loh cubileteh.
-Maehtro,
la Yeni eh una empollona, que ciempre tiene er cubilete verde.
-Maehtro,
me zan perdío loh cubileteh, ¿puedo i ar cervicio?
-Maehtro,
¿ci zaco er cubilete verde maprueba?
-Maehtro,
mira cómo toco la batería con loh cubileteh.
-Maehtro,
er Crihtian ma ehcupío en er cubilete.
-Maehtro,
yo lo primero lo he entendío pero aluego no, ¿qué cubilete pongo?
-Maehtro,
¿ci traemoh loh cubileteh hay que traé tamién er libro?
-Maehtro,
yo er cubilete roho no lo pongo, que me llaman zurnormá.
Y
es que sólo los que estamos dentro de una clase sabemos qué es eso. En los despachos
parece todo muy bonito".
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