No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo

Me han mandado esta historia, es de esas muchas que circulan por internet, y que nunca sabremos si ocurrieron en verdad o no, se la he contado a los niños en clase y me ha impresionado la lectura que han hecho de ella. La historia dice así:

Había una vez dos niños que patinaban sobre un lago helado. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, cogió una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper la capa de hielo, agarró a su amigo y lo salvó.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso. 


- “Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas”, afirmaban. 


En ese instante apareció un anciano y dijo: 


- “Yo sé cómo lo hizo”.

- “¿Cómo?” 
- “No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”.

Muchas veces nosotros mismos nos cortamos las alas, ponemos pegas para no hacer algo, buscamos miles de excusas que de alguna manera justifiquen que no intentemos mejorar algo o sacar nuevas iniciativas. A veces, tenemos "algún cenizo" cerca que se encarga de desmotivarnos. A los niños hay que enseñarles a ser cabezotas, a intentar las cosas hasta que las consigan, a no tirar la toalla, a hacer oídos sordos a los que les digan que no pueden. La vida ya nos pone los límites, no añadamos más de los que hay. Que no se conformen con volar como gallinas si pueden ascender como águilas.

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